30 noviembre 2009
El alma: La realidad del hombre (del ser humano)
Foto: Miguel C. - Puesta de sol-Bahía de Pollensa-Baleares
El hombre -el verdadero hombre - es el alma, no el cuerpo; aun cuando físicamente el hombre pertenece al reino animal, aun así, su alma lo eleva por encima del resto de la creación.
Si bien es cierto que el hombre posee poderes y sentidos externos en común con el animal, no obstante, existe en él un poder extraordinario, del cual el animal carece. Las ciencias, las artes, las invenciones, los oficios y descubrimientos de las realidades son el resultado de este poder espiritual. Este es un poder que abarca a todas las cosas, comprende sus realidades, descubre todos los misterios ocultos de los seres y, mediante este conocimiento, los controla. Incluso percibe las cosas que no existen exteriormente, es decir, las realidades intelectuales que no son perceptibles por los sentidos y que no tienen existencia exterior debido a que son invisibles; ello comprende a la mente, el espíritu, las cualidades, los caracteres, el amor y la aflicción del hombre, las cuales son realidades intelectuales.
Además, estas ciencias, artes, leyes e incontables invenciones existentes del hombre, en un tiempo eran invisibles, misteriosos y ocultos secretos; sólo el poder humano que todo lo abarca los ha descubierto y los ha traído al plano de lo visible...En el hombre existe un poder de descubrimiento que lo distingue de los animales, y ello es el espíritu humano...
El espíritu humano, que diferencia al hombre del animal, es el alma racional, y estos dos nombres -el espíritu humano y el alma racional . designan a una misma cosa. Este espíritu, que en la terminología de los filósofos es el alma racional, abarca a todos los seres y, hasta donde lo permite la capacidad humana, descubre las realidades de las cosas y se hace conocedor de sus peculiaridades y efectos. Pero el espíritu humano, si no es ayudado por el espíritu de fe, no llega a familiarizarse con los secretos divinos y las realidades celestiales. Es como un espejo que, aunque limpio, pulido y brillante, no obstante, necesita de la luz. Mientras un rayo de sol no se refleje en él, no puede descubrir los secretos celestiales.
Escritos bahá'ís - El mundo del espíritu -recopilado por Emilio Egea Ruiz
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